jueves, 16 de agosto de 2012

EL POSTE SIN LUZ.


No pido su redención ni mucho menos la mía, tampoco pido que crean una historia que les parecerá de las más absurdas pero al ser parte de su pecado quiero que por lo menos se compadezcan de su triste historia sin ningún argumento racional. Tan solo lo hizo por su locura insana. Amaba pero al mismo tiempo les guardaba un rencor que se convirtió pronto en su perdición, quisiera seguir contando pero parece que ha despertado, está inconsciente no sabe ni siquiera que mi presencia esta junto a la suya sin embargo la historia es de él, ya no me pertenece y lo dejo a su libre albedrío solo seré su última advertencia que mirará si la acepta o no.
No sé qué hora es, sin embargo por la oscuridad en la que me encuentro diría que es de noche, una noche espesa sin que yo pudiese considerar que estuviese en alguna parte. Me levanté y estaba sujeto, prisionero de lo serían unas cadenas. ¿De dónde salieron?, ¿Quién es el que me ha hecho prisionero? Sin dudarlo halé las cadenas, por una parte decía que esto era inútil pero no me hice caso y seguí esforzándome hasta el punto de ser libre de nuevo.
Tan solo guiándome por el tacto me quité de las cadenas y caminé dudoso tan solo con mi intuición, me di cuenta que tenía zapatos y una ropa abrigadora a lo que omití cuestiones, llegué a sentir una perilla la giré rápidamente y salí a un callejón con una luz que parecía infinita. Aquella luz que provenía de un número enorme de postes ubicado a lado y lado. Empecé a tal vez recordar o más bien fue solo mi imaginación que ya había estado en este lugar. Un callejón que no estaba hecho de pavimento sino de uno hermosos ladrillos color naranja que aumentaban el tono cálido que daban todos los postes. Temeroso de que alguien me viese me quedé estático sin embargo cuando cierta gente que no  sabía de donde salían como si se tele transportaran a mi lugar me saludaban de una manera cortes que me dio curiosidad y confianza para caminar.
Caminé un largo tiempo viendo la gente los postes hermosos más al mismo tiempo no dejaba de pensar que yo ya había estado en este lugar antes. La caminata parecía eterna más sin embargo tuvo un fin que yo mismo inicie. Supongo que era la última parte, los ladrillos terminaban súbitamente y comenzaba un pavimento gris que se partía de la luz y se ocultaba en una espesa oscuridad similar a donde yo me encontraba. Me sentía confiado y la curiosidad es uno de las emociones más poderosas del ser humano entonces sin mucha vacilación di un paso adelante cuando sentí que me sujetaron la mano. Volteé para mirar y era un niño, me sujetaba con fuerza mirándome como tratando de advertirme que no fuese hacia lo oscuro, sin embargo no me hablaba pero su afán de no dejarme ir me molestó bastante, me liberé de él con un movimiento brusco del brazo y le dije que no me molestara que podía hacer lo que quisiera. Caminé y no mire hacia atrás aunque me imaginé su cara impotente más que ya no podía hacer nada.
La parte oscura no era tan larga, lo puedo asegurar por el tiempo que me tomo toparme con una pared. Me impresionaba la oscuridad, no podía ver nada, sin embargo pasado un instante un pequeño lucero, débil por demás, comenzó a iluminar una pequeña fracción, casi nada, sin embargo pareciese que apuntara a algo. Seguí aquel lucero que llevaba a la esquina izquierda del callejón justo donde se encontraba con la pared. Allí vi un cuaderno con tapa roja, lo sé porque la luz apuntaba directamente hacia él. Me ubiqué justo para poder ver lo que tenía el cuaderno. Tan solo eran dibujos y notas absurdas, notas que pareciesen escritos por un infantil soñador, ¿un perro que montaba bicicleta?, me sonreí por lo absurdo que sonaba esa idea transmitida por la más fuerte de las imaginación. A pesar de lo absurdo de esas frases debo reconocer el talento para el dibujo de quien sea el dueño de este cuaderno. Seguí volteando páginas, sin mucho interés hasta que vi un dibujo de una mujer. Un dibujo que hasta mí me parece perfecto, un dibujo realista de una hermosa mujer. La miré por todos los ángulos mas no le hallé ningún error, aunque si vi en su rostro tristeza y una mirada que pareciese indagarme, me acerqué al dibujo más y más agachando mi cuello cuando sólo sentí un golpe y caí inconsciente.
Desperté, aun me dolía la cabeza y sentí como me cosieron la parte anterior del cráneo, ¿Cómo sobreviví a tal golpe? No tengo la menor idea. Ahora me percato que todo estaba tan oscuro sin embargo sentía los ladrillos en mi espalda, ¿Qué pasó con la luz que se impregnaba en éste lugar? Me senté y vi como solo uno un poste se encendió, allí apareció de nuevo ese niño molesto sino que esta vez poseía aquel cuaderno, no me puedo equivocar era el mismo cuaderno. Ahora su mirada impregnaba lástima, se sentó frente mío abrió el cuaderno y de allí todo se iluminó, ahora pude ver un último poste que no funcionaba cerca de donde encontré aquel cuaderno. El niño abrió en una página, ¡el dibujo era yo! mi cara llena de rabia y rencor. No soporté y cambie de foco y me percaté de una mujer, esa mujer… ¡la del dibujo! ¿Qué estaba sucediendo?, ahora vi una cicatriz en la cara de esa mujer, no entendía nada. La mujer caminó hacia mi sujetó mi cabeza, no pude hacer nada estaba inmóvil y asustado, mientras el niño me mostró a mí y a esa mujer, caminando por ésta misma calle, la tinta poco a poco se ponía más escarlata dando un supuesto final asqueroso.
El dibujo cobraba vida, me veía cabizbajo, pensativo, como temeroso de tomar la decisión que ya había tomado, quizás las consecuencias eran lo que me lo impedían. Ella sonriente mirándome como si me preguntara que tenía, de repente tomé un ladrillo que estaba suelto a los demás y golpeé su cara hasta matarla de la peor manera. Después de eso con lágrimas en los ojos me golpee en la nuca cayendo junto a ella sobreviviendo solo la tristeza y el aislamiento. No resistí más, grite, la mujer me soltó y el niño se limitó a cerrar el cuaderno. Aun sin poder creer el destino que había escogido la mujer mirándome fríamente sin embargo con una mínima fracción de aquel cálido y doloroso sentimiento que es el amor se puso enfrente de mí tomó mis mejillas y me besó. Un beso con sabor a muerte,  pero que me agradaba. Caí de calma comprendiendo la tierna labor del niño que por fin habló diciéndome, todos esos postes somos nosotros, pero tomaste la labor de aquel último poste sin luz… Con que un poste sin luz caí y alcanzando un poco de mi consciencia vi un perro montando bicicleta.

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