Ellos jamás lo creyeron,
jamás, lo creyeron imbécil, desquiciado pero él se resistía, ¿es que acaso no
me creen? Preguntaba, solo lo veía a ese punto, nadie creía pero ahí estaba,
aun así tendremos que explicar.
Llegó a ése punto cuando su
vida estaba en apogeo, una buena casa, soltero pero aclamado el muy promiscuo,
con auto deportivo y dos camionetas. Cierto día, oscuro e iluminado a la vez,
había salido cuando vio una pequeña muñeca en su jardín, le pareció tan
horrible que ni siquiera fue a ponerla a la basura, sin embargo pensó que debió
ser hermosa algún tiempo antes, volvió de aquel lugar no se sabe dónde, venia
medio acalorado y despeinado después de haber salido extrañamente arreglado,
aun con el forcejeo no quitaba el pensamiento en esa muñeca, había vuelto a su
casa con esperanza de verla pero ella ya no estaba ahí, se puso triste pero su
frialdad aun lo controlaba, sin embargo tras esa gran fortaleza ya existía una
grieta. Las primeras noches el hombre no soñaba, pero poco a poco una imagen
que parecía una cruz, una cruz que estaba con rosas blancas en un principio,
pero noche tras noche esas rosas maduraban de una manera hermosa. No le
molestaba aquel sueño, era hermoso, pero la noche, bueno esa noche las rosas
empezaban a caer marchitas, el hombre viendo un tanto frío no le interesaba,
aunque ya había tristeza. Una a una caían, al caer la última una mirada lo
aturdió, era la muñeca, despertó.
Desde ese día no tuvo jamás
ese sueño, su frialdad y raciocinio cayeron al piso, pronto dio su vida al
declive, poco a poco se desinteresaba de todo, jamás se había apegado a algo,
pasaba todo el día preguntándose por qué no soñaba, jamás se había preguntado
por eso, jamás había soñado y ahora si le preocupa no soñar, pronto perdió su
trabajo, no faltó tiempo para endeudarse y comenzar a vivir en la calle,
por cuestiones aún desconocidas, tenía un lápiz y una hoja, él jamás había
dibujado y dibujó horriblemente, pero a él le pareció hermoso es dibujo pero
era asqueroso, causaba repugnancia pero a él le gustaba, le gustó tanto, que
robó solo para comprar un cuaderno, lo dibujaba una y otra y otra vez, pronto
eso que lo demás consideraban repúgnate lo comenzaban a admirar, pronto
dibujaba hermoso, pero lo que él hacía o regalaba o lo vendía apenas para
comprar sus materiales y medio algo de comer, pero nada más, solo dibujaba para
olvidarla, pero no sabía que ella estaba en él, su vida comenzaba a recuperarse
pero sin llegar a ser la misma, tuvo sueños otra vez, por lo menos cosas que
llamarían normales. Sin embargo la mente no puede olvidar lo que la atormente,
pronto ese sueño que le daño la vida y la muerte, creó en él el sueño y acabó
su realidad.
Se encontraba ya en ese
lugar sentado trastornado, no entendía por qué había vuelto, no lo entendía, ya
no quería soñar, tenía miedo de soñar. Sólo ese día caminado no se sabe si
despierto –creo que si- no se veía ninguna expresión, no tenía inspiración, ya
no dibujaba, no podía, ahora si sabía que estaban así, ya agotado, la vio, vio
a esa muñeca pero estaba diferente, estaba preciosa, arreglada, decir hermosa
es quedarse corto, corrió hacia ella, la sujetó en sus brazos, la llevó a su
pequeño hogar conseguido no sé cómo, la amarró por miedo a perderla, su cara
era feliz y bestial, la besó el loco este, la desvistió este desquiciado e hizo
lo que hizo. Estando en esa cima sintió un ruido, salió y eran ésos, los que le
quitaron todo, no permitiría que se la llevaran, cuando un llanto sonaba,
soñaba el sonido y el sonido soñaba, el llanto era bestial la gente no lo oía,
sólo él, la mirada de toda la gente era de lástima, odio y burla, quería parar
ese maldito llanto, entró a la casa vio su muñeca con la cruz de su sueño con lágrimas
en la mejilla ensangrentada.
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